20 junio, 2011
Hace ya más de un mes que abrimos las puertas de nuestra Aula de Consolidación Empresarial, que tantas experiencias positivas y momentos gratificantes nos está aportando. Es por ello, por lo que no quiero dejar pasar más tiempo para dedicarle un post a todas las personas que la están haciendo posible. ¡Va por ustedes!
Cuando nos reunimos todo el equipo de la Cátedra de Emprendedores, para planificar los talleres, teníamos claro que queríamos ofrecer una formación práctica y útil en el área de marketing empresarial y búsqueda de nuevos mercados, tanto para empresarios/as consolidados/as como para emprendedores/as que están iniciando su actividad empresarial, con especial atención a las spin-off y start-up universitarias. El objetivo del proyecto estaba claro, pero ¿nos marcamos objetivos emocionales? Yo personalmente no. Es cierto que desde un principio quería involucrarme en él y ofrecer el mejor programa posible para los asistentes y de la forma más útil y práctica para ellos, de manera que una vez salieran del aula pudieran trasladar lo aprendido a su empresa. Lo que nunca me planteé era que quien realmente iba a aprender en ese Aula era yo. No me refiero precisamente a conocimientos de marketing, que por supuesto también estoy adquiriendo y poniendo en práctica, cada vez que tengo oportunidad, en mi trabajo diario; sino a esas lecciones de vida que nos dan los asistentes. Cada uno de ellos son una muestra de valentía, constancia, ilusión, creatividad, de “querer es poder”… razones, más que suficientes, para que cada vez admire más a cada uno/a de nuestros/as emprendedores/as y me marche a casa con tal dosis de energía, que haga que mis ganas de desarrollar mi propio proyecto se dispare aún más.
Es asombroso ver cómo cada uno de ellos/as muestra su lado más íntimo y personal en el Aula. Una vez allí, todos nos convertimos en confesores y confidentes de los presentes. Allí, los/as emprendedores/as cuentan sus miedos, incertidumbres, conflictos, nuevos retos… y sin que nadie diga nada, ni haya firmado ningún acuerdo, todo queda entre las paredes del aula. Es ese ambiente de entusiasmo y ganas de trabajar, el que hace que antes de que haya terminado el taller, los asistentes pregunten la fecha del siguiente y vayan repitiendo asistencia taller tras taller.
En cada taller, todos acuden interesándose por los avances y últimas novedades de los proyectos de lo demás. Se respira complicidad.
En cada taller, todos acuden interesándose por los avances y últimas novedades de los proyectos de lo demás. Se respira complicidad.
Aunque, pienso que son los emprendedores/as los verdaderos protagonistas y quienes crean ese clima en el Aula no puedo olvidar agradecer a los ponentes su colaboración, sin ellos no hubiéramos podido materializar ese programa formativo que habíamos previsto. Gracias a su valía, experiencia e interés mostrado, han sabido transmitir y adaptar, en todo momento, la formación que queríamos proporcionar a las necesidades de los asistentes de la manera más adecuada.
Gracias, por todas estas sensaciones que nos proporcionáis y la confianza que depositáis en nosotros. Esto nos reporta, al equipo de la Cátedra de Emprendedores, una gran satisfacción y nos anima a seguir trabajando en esta dirección.
Realmente pienso que todo el mundo tendría que tener, o al menos conocer, a un/a emprendedor/a en su vida, estoy segura de que se la cambiaría.
MªJosé Pérez Narváez
Técnica de la Cátedra de Emprendedores
Totalmente de acuerdo contigo, Mª José. Los que hemos ido yendo a los talleres desde el principio estamos compartiendo algo más que unas horas lectivas. Esos cafés donde nos contamos cómo marchan nuestras iniciativas no tienen precio.
Al taller de precio no voy a asistir, pero no dudes de que en septiembre estaré en el siguiente taller ¡el primero!
Gracias a vosotros Mª José, por hacer posible que esto ocurra. Lo demás sale sólo.
Besos